Revestir sabe el vino los mas sordidos antros
de un milagroso lujo
y hace surgir mas de un portico fabuloso
entre el oro de su propio vapor
como el sol que se pone en un cielo nublado
agranda en opio aquello que no tolera limites
lo ilimitado alarga
el tiempo profundiza los deleites ahonda
y de placer triste y oscuro
anega y colma al alma rebasada
mas todo eso no vale el veneno que fluye
de tus ojos, de tus verdes ojos
lagos donde mi alma tiembla y se ve invertida
llena mis sueños en tropel
para abrevar en esos dos abismos amargos
mas todo eso no vale el prodigio terrible
de tu mordiente saliva
que sume en el olvido a mi alma impertinente
y el vertigo arrastrando
la trae desfallecida a orillas de la muerte.
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